viernes, 26 de abril de 2013

Magras nos caen juntas


Siempre pagaremos el error.
No habrá forma de subsanarlo.
Sus víctimas en nuestras manos torpes.
Creced y multiplicaos.
Esa prédica es la del invasor.
Trabajar como finalidad.
La vida es algo más.
Prosperar, sin límite.
Tú creces y el otro se come el polvo que cae de tus zapatos al caminar.
No admiten fracaso porque ellos siguen un plan trazado, en el que menos es más en su bolsa y réditos.
Nuestra resistencia no les parará los pies.
Cada vez tendremos más dificultades para salir a delante.
En el camino la selección natural a que nos han querido abocar.
Desterrados de nuestra realidad, habitamos la que nos quieren conculcar.
Aunque levantemos nuestra voz y neguemos la acción que pesa sobre nuestra espalda golpeándonos, no cambiaremos nada.
Seguimos afirmando esas rutinas que acomodan nuestras almas.
Cuando nos toque, como a otros les está tocando, alzaremos los brazos al aire y nos miraremos las manos vacías, queriendo buscar ese bote salvavidas que hace agua por no tener capacidad para lo que le alcanza.
Ahogan los cauces y conducen las aguas a pozos de desiertas palabras prometidas.
Sonrisas que indican que para ellos todo esto es un juego.
Las piezas que en él caen son pérdidas necesarias para alcanzar sus ganancias.
Hemos sido testigos de lo mismo en la historia pasada y presente.
Nos toca morder el salitre y rechinar nuestros dientes.
Magras nos caen juntas.

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