sábado, 6 de julio de 2013

Notas en mi libreta diario, del 3 dejulio

En una disposición ausente transito por mi mente confusa, ante un presente dolido en la falta de sentido.

Sé que no son letras para ser servidas.
Son rastrojos de un campo asolado de una vida dolida.

A mí vienen.
Consuelan mi desazón.
Se precipitan hincando el diente en ese espacio de nada que solidifican.
Construyen inquietud sobre mi cuerpo, fuera de control, que se precipita a un destino fatal del que no le es posible escapar.

Una vida que nunca satisfizo sus ansias de libertad y visibilidad.
Condición humana de la que se desdeciría si fuera le posible.
Arrastra el fardo pesado, buscando aberturas e un infranqueable e invisible muro de contención.

La rabia sube hacía el foco de la mente, dañando sus neuronas y cercenando la impotencia por sus venas.

Resiste subsistiendo, siguiendo el lazado sino de una supervivencia prescrita por destino de urdimbre natural y social que no sabe dejar atrás.

Ha pacido en campos fértiles de muertes que hablaron en vida, en su esperanza de eternidad.

Signos falsos que laceran sin parar.

Toca mantenerse en pie, alzando el puño cerrado, y gritando la queja ante multitudes sordas que duermen acunadas por farsas de encantamientos e ilusionismos inciertos; tras el plasma de una ilusión falsa.
Insoportable, acoge la calma sedienta.


De nada valen versos lisonjeros y placenteros.
El presente aterido de drama y destinos inciertos, compone con yagas y sangre putrefactas.
La raza humana, culmen de la desgracia.
Muerte para beneficios de la guadaña.

Nos hemos alejado del sendero, y entramamos nuestros pasos en maraña.

Hiere y duele.
No hay calma.
Muerde.
Desgarra.

Mala suerte.

La rueda gira entre risas.

Vamos cayendo en precipicio hueco que nos alcanza.

Hemos partido a un destino sin retorno.

Quedaremos engarzados, cual insectos en alfiler claveteados.

Nos dolemos sin consuelo ni esperanza.
Vivimos la doblez del pasmo que nos alcanza, alimentado sus ansias incontenidas.

Somos multitudes.
Prescindibles e inaudibles.

Desarmada la urdimbre de un cuerpo social que amparaba.
Nos sangran a cambio de nada.
Todo vale, pues sus normas son leyes impuestas para secar nuestras carnes, extrayendo la substancia que es su beneficio y ventaja.
Recluidos en distancias insalvables, no nos ampara el abrazo ni el pacto de que no somos parte, ni tenemos palabra.
Engañados, perdemos confianza.
Esperamos la zancadilla en gestos de proximidad.
Somos beneficio a ojos de quienes dicen nos dan ventaja.
Nos agasajan para sonsacarnos y rodearnos, aislándonos unos de otros.


Hay un mundo de substancia difusa, que sigue prédica de "a río revuelto, ganancia de pescadores", poniéndonos el cebo y cerrando salidas de escape.
Con substancias.
Con productos.
Con elementos de distracción, que ocupan y distraen una energía necesaria para nuestra salvación.
Seleccionan y se desprenden de excedente que es carga, añadiendo ese peso sobre nuestros hombros, para entorpecer y distraer; para contener todo gesto de sublevación.


Hoy cumplo 59, A un año de los sesenta, nueva decada para una ilusión renovada.

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