domingo, 25 de noviembre de 2012

Ella


Ella

Ella quería vivir.
Quería descubrir la vida.

En casa le decían lo que sí y lo que no.

No le complacía.

Pasó por la sumisión ante el padre, a base de golpes y gritos.

En ella no se quedó.

Se negó.

Intentó ajustarse ese traje, pero siempre le apretó.

No le bastaba pensar que esa vida sería complaciente y suficiente.

Se alejó de proyectos que de noviazgo la llevarían a matrimonio.

Demasiado pronto para novios.
Le quisieron hacer doblegar.
Sus ilusiones se hicieron más fuertes.
No se dejó gobernar.
Cedieron.

El tiempo hizo caduco ese amor.
Lo dejó.
Volvieron a intervenir.

Ya era más fuerte, aunque le costó lo suyo.
La soledad era un precio muy alto.

Rehízo sus emociones e hizo lo que su impulso le indicó.

El tiempo de espera le dio su recompensa.
Pudo hacerse con las riendas de su vida.

La familia tuvo que aceptar el cuento que le iba arguyendo.

No se casaría.

Esos hombres que fueron entrando en su vida le iban demostrando quien era ella. 
Una mujer que no se sometería.

Cuando mira a ese tiempo, piensa que tuvo suerte.
No fueron malas personas.
No sometieron su alma, ni quisieron ser como la mayor parte de los que en ese tiempo dirigían la vida de sus amigas.

Seguiría.

Se liberaría cambiando sus mudas.

Renacería.
Nacería en los brazos de la mujer que despertaría en ella deseos desconocidos y sabores no sabidos.

Siguió descubriendo el camino de su vida.

Nadie por ella la viviría.

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