Esclavos.
Carentes de libre
albedrío.
Cercenados en los pasos a
dar.
Heridos.
Lacerados por el látigo
del mandamás.
Quebrados desde el
momento que ponemos los pies en este mundo.
Nos engañaron.
Nos quitaron la
posibilidad de ser.
Nos vendieron antes de nacer.
Es falso que gocemos de
igualdad.
Por razones de género.
Por razones de origen.
¡No!
Me niego a aceptar el
desequilibrio que en el mundo se da.
¡No lo acepto!
Reclamo equidad.
A cada cual su parte.
La mínima es
supervivencia.
La que sigue es tolerancia
y cultura.
Acepta que piense y diga
mi verbo.
Escucha y no menosprecies
mi voz.
Dame parte en este juego
de ser y estar en la vida.
La sangre que se derramó
por la libertad, es la esencia que deberías escuchar.
Si no expropias.
Si no abusas.
Si dejas que otros
respiren.
Tú ganarás.
¿Para qué quieres tanto?
¿Para qué?
Si en tus manos no te
cabe, y tendrás que marchar.
Estamos de paso.
Toca aceptar que la vida
nos ofrece esta oportunidad.
¿Por qué lo haces?
No entiendo las razones
que te asisten, cuando abusas del inocente e ignorante.
¡No lo entiendo!
Amasas fortunas que no
consumirías en muchas vidas que tuvieras.
Abusas.
Lo haces aprovechando la
oportunidad.
En las malas te vienen
mejores.
¿Cómo acallas tu
conciencia?
¿No la escuchas?
¿No la tienes?
¡Eres cobarde!
La mala hierba que
malmete.
A tu puerta llaman las
voces que no escucharás.
Tú puedes.
En tu mano está.
¿Cómo puedes seguir tus
pasos dejando tirados a los demás?
No sólo eso.
Les tomas lo poco que les
permitiría salir a flote.
Te repartes con tus
compinches los despojos de quienes has abatido con este sistema que sólo a ti
beneficia.
¡Excelencia!
¿Cuál?
Saliste de las ubres de
los tuyos.
Acaso te crees mejor.
La diferencia de tu
púlpito está asentada sobre la masacre y el descrédito de la verdad.
Hieres.
Tu mal está en que
alimentas tu ego ciego poniéndote tras parapetos para que no te roce la mugre
del desamparo a que otros se ven abocados.
Eres la vergüenza de lo
humano.
Cuesta admitir lo
semejante de ti.
¡Me das asco!
No quiero tu Banco.
No quiero tu oferta.
No quiero tu credo.
No quiero tu toga.
No quiero tu ceremonia.
Eres alimaña humana.
Depredador.
Caníbal de cubiertos de
plata y tiros largos.
Eres el que mueve hilos
para que los humanos perdamos la vida que nuestras madres nos han dado.
Apuro mi vaso de hiel
derramado.
Has sido amamantado con
carencia de empatía.
Te deseo lo que la vida
te trae.
Para mí: no encontrarte,
no verte, no mirarte.
Justificas tus actos con
manos sangrando.
Lágrimas derramadas por
aquellos que por tu culpa padecen la estrechez de no saber si mañana el
horizonte les será propicio.
Alimentas nuestro odio y
desprecio.
Tienes las portadas de
diarios y pantallas a tu servicio.
No cuento contigo.
No existes.
Has dejado de ser en mi mundo.
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